sábado, 7 de mayo de 2011

MI VALLE


Al fondo se ve una alta montaña, mi ventana es grande, pero no distingo bien las figuras que componen el contorno que unen montaña y cielo. Voy bajando la vista por la ladera, llena de enormes manchas de huertos de limoneros y naranjos. Mas cerca veo los tejados de la pequeña aldea, de casas blancas muy blancas en las que rompen los ardientes rayos del sol. Al mirarlas tengo que cerrar los ojos, cegados por el reflejo de sus luminosos rayos, me pongo una mano sobre la frente haciendo de pantalla, poco a poco los voy abriendo y poso mi vista sobre el ubérrimo valle, sembrado de toda clase de frutales. Aquí las casas están muy separadas unas de otras. Todas disponen de un avance o porche, donde practicamente hacen la vida sus moradores que se resguardan del ardiente sol en las horas que mas aprieta. También suelen tener unos pequeños jardines, con flores que perfuman el ambiente noche y día.
Unos huertos muy cuidados, les proveen de verduras, hortalizas y frutas, así como otros alimentos necesarios. En los corrales las aves y otros animales domésticos les aportan huevos y carnes. El pan se lo fabrican con los cereales que cultivan, las semillas las muelen en molinos que mueven las aguas de sus acequias.
Desperté de mis idílicos sueños al comprobar que mi valle lo partía por la mitad una grande y ruidosa autopista, por la que no cesaban de de rodar vehículos de todas clases, coches, motos y unos enormes camiones que parecían los dueños de la carretera. En la parte contraria a mi valle, haciendo fachada con la carretera habían construido un enorme polígono industrial. El progreso se había comido la mitad de mi valle, y,yo, desde una empresa industrial, desde un gran ventanal de la tercera planta de oficinas estaba contemplando el principio del fin de mi valle, de aquellos lugares tan naturales donde, hasta ahora ,no había llegado la contaminación, donde yo había nacido, me había criado, feliz muy feliz, sin los avances de la civilización y, de, los que ahora no puedo prescindir. No se hasta donde llegaremos en nuestros avances tecnologicos, ni donde nos llevara nuestra civilización, yo, personal mente, añoro aquellos tiempos, donde las aguas de mis ríos, mis acequias y mis regaderas corrían limpias, claras y puras, de ellas bebíamos directamente, nos bañábamos en las acequias y de cuyas aguas bebían nuestras huertas.

Allá por el mes de enero, cuando la "monda" de las acequias, ( limpieza que se hacia todos los años en las mismas fechas), pescábamos los peces que quedaban atrapados en las charcas . A mi madre le encantaba comer de este pescado de agua dulce. Era un pescado de carne blanca, con muchas espinas, pero como digo a mi madre le encantaba.

Volviendo a mi río, en estos momentos es una cloaca, el agua esta contaminada, los peces han desparecido, pero, la mitad de mi valle aun vive como antaño. No se lo que durará. Dejo de mirar por el ventanal, me concentro en el trabajo que estaba haciendo, tratando de olvidar aquellos años en que de niño jugaba con mis amigos, en plena armonía con la naturaleza y que me marco para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario