sábado, 20 de julio de 2013

HOY.-

 
Espero en la consulta del medico a ser llamado, miro a mi alrededor, a ambos lados personas que esperan como yo a ser llamados. Cada uno nos entretenemos a nuestra manera, en silencio. Unos se entretienen jugando con el teléfono móvil, otros, leen alguna revista que han encontrado en la mesita que hay en el centro , revistas muy pasadas de fecha, sucias, sobadas de haber pasado por tantas manos, y, los mas nos miramos, con disimulo, esquivando la mirada frontal, en silencio, siempre en silencio.
No nos atrevemos a preguntar, a iniciar un dialogo, a hablar de cualquier cosa, nada sigue el silencio. De pronto por los altavoces se oye una voz metálica, con desgana, mortecina, numero trece que pase, y, una de las personas se levanta y entra en la sala donde es demandada.
Me quedo pensando y miro mi boleto que me dieron a la entrada, es el numero veintidós y pienso que no soy nada, solo un  numero, el veintidós. Vuelvo a mirar a mi alrededor y ya no veo personas, solo veo números y me pregunto ¿ solo somos un numero, no somos personas, ha esto hemos llegado, a ser números y esperar a ser llamados. Me niego rotundamente y trato de entablar conversación con mi vecino de asiento, me contesta con monosílabos, con desgana. Nuevamente se oye el altavoz llamando, que pase el catorce, es mi vecino. No se como se llama, no se su nombre, solo su numero, se llama el catorce.


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