jueves, 1 de abril de 2010

SABOR AMARGO

Un sabor amargo había en mi boca.
Zumbaban mis oídos y mi vista se nubló.
En ese momento
supe que no me amabas.
Gracias,
por las horas felices que me has dado.
Gracias,
aunque muy caras las he pagado.
El sabor de la desdicha es muy amargo,
el de la venganza, no quiero probarlo.
Ciego fui, por no querer ver,
sin comprender que algún día
tendría que suceder.
Cuando vi y entendí,
me negué a tenerte que perder
y dejar de ser feliz.



2 comentarios:

  1. Gloria Cantero. Sobrina30 de abril de 2010, 22:47

    Hace tiempo, en mi època de estudiante, mi sabio profesor de literatura, insistía en la idea del amor a las letras, a la lectura en general, y, muy especialmente a la poesía. El, aseguraba que todo aquel que amaba este género era, ante todo una BUENA PERSONA, no puede haber un individúo que sea capaz de sentir y hacer sentir emociones a través de los versos, si no hay un trasfondo de humanidad y sensibilidad grandioso. Enhorabuena, pues, querido tío Juan, porque Tu, además, has creado POESIA... Me quedo con esta...por cierto, yo sé quien ha sido y será tu gran amor...Pero también sé que no te ha hecho sufrir desgarrado amor, afortunadamente, es lo que tiene la escritura que te permite utilizar un tema,sentirlo,vivirlo con pasión aunque no seas protagonista... Bonito Blog, bellas fotos,interante incursion en la poesia, y, desde este rincón de la huerta, donde todos sabéis que os queremos, recibe un gran abrazo y toda la energia para que sigas escribiendo. Besos...Ah! Me daré una vuelta por aquí de vez en cuando, espero novedades.

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  2. Es cierto que la poesía es un baul lleno de recursos para asomar a la vida.
    Sirve para que un corazón que sabe latir al ritmo acelerado de los sentidos se permita seguir latiendo después del último latido que los demás percibieron.
    La poesía ayuda al simple enamorado a contar sin pudor lo que su boca no dice; y al que vive amando, a llorar por lo que siente.
    Yo tambien tuve buenos maestros que me enseñaron a versear y a fuerza de no aprender a verme, me enseñaron a mirar.

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