sábado, 13 de marzo de 2010

MENDIGO



Te entregué mi alma
y mi corazón.
Mio era el corazón,
el alma de Dios,

Te entregué mi cuerpo
y mi pensamiento.
Mio era el cuerpo,
el pensamiento del alma.

Te entregué mi aliento
con todo mi amor.
Mio era el amor,
de la vida el aliento.

Desde aquél momento,
nada era mio,
todo tuyo fue,
desde aquel momento.

Tu eres la rica,
el pobre soy yo,
pues mi voluntad,
en ti se quedó.

Seguías pidiendo,
algo te faltaba
y desesperado
yo lo buscaba.

¡ Hay ! Pobre de mi,
lo que tu buscabas
no estaba en mi.
Otro era el amor que tu ansiabas.

Todo te lo di.
Nada me quedo,
sin embargo en ti,
todo me negó.

Desde aquel momento
que yo comprendí.
Como un pordiosero,
mi mano extendí.

Como un pordiosero
migajas de amor
yo te suplique
llorando de dolor.

Si sigues buscando
y encuentras al fin,
lo que enamorado
no tuve para ti.

Te pido te acuerdes
de este infeliz,
que todo te dio
y pobre murió.

Y fue muy feliz,
con su gran dolor,
con algo de ti
y su gran amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario