Espero, paciente e ilusionado,
junto a aquel banco solitario,
aquí, habíamos quedado,
consciente y esperanzado.
Esperaba, voluntario,
en aquel rincón alejado,
solo había aquel banco,
palacio para nosotros,
refugio de confidencias,
promesas inacabadas,
caricias por los dos buscadas,
besos que se escapaban,
luceros que avisaban,
que el día se iba acabando,
y, allí, los dos sentados,
nos seguíamos acariciando.
Ya la noche muy cerrada,
de nuevo nos avisaba,
que el tiempo se acababa.
Remolones, con desgana,
nuestro amor se fue quedando,
en un banco solitario,
allá, escondido, alejado,
en un rincón olvidado.
A lo lejos te vi llegar,
acudías a la cita,
que habíamos concertado.
Volvieron las ilusiones,
esperanzas que de nuevo,
partiendo de aquel lugar,
volvieran dos corazones,
a latir con el amor,
que un día olvidamos,
en un banco,
de un rincón olvidado.
