Suaves brisas mecen
las altas palmas de las datileras,
que clavan sus raíces,
en doradas arenas.
Diminuto lago en inmenso horizonte.
Agradecidas sombras,
para cansados nómadas.
Requemados sus cuerpos,
endurecidos en diarias batallas,
por la supervivencia.
Aislado oasis en inmenso mar,
de ardientes arenas.
Gélidas noches de gemidos y fieras.
Estremados contrastes,
sin noches ni días, en bocas abiertas.